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Cartas del Sr. Arzobispo

Corpus Christi, Día de la Caridad 10/06/2012

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Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos en este domingo la solemnidad del Corpus Christi. La Iglesia nos convoca en este día a renovar nuestra fe en el sacramento eucarístico, fuente y cima de la vida cristiana. Si en el Jueves Santo veneramos el cuerpo de Cristo en el recogimiento de los templos, en esta solemnidad, Jesucristo, realmente presente en el sacramento, recibe la adoración, la alabanza y la acción de gracias de todo el pueblo cristiano allí donde habitualmente se desarrolla nuestra vida, en el pueblo, en la ciudad, en las plazas y en las calles. Acudamos, pues, a la procesión del Corpus, tan bella no sólo en Sevilla, que la celebra en el jueves tradicional, sino también en tantas villas y pueblos de nuestra Diócesis, tomando parte activa con nuestros cantos, aclamando al Señor que ha querido quedarse para siempre con nosotros en todos los sagrarios de la tierra.

En la solemnidad del Corpus Christi, verdadero manantial de cultura en el campo de la poesía, el teatro, la música, la pintura, escultura y orfebrería, celebramos también el Día de la Caridad. La Eucaristía no sólo es expresión de comunión entre los miembros de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad. En la celebración eucarística, la Iglesia renueva su conciencia de ser signo e instrumento de la íntima unión con Dios y también de la unidad de todo el género humano (LG 1). Como nos decía el Papa Juan Pablo II en la carta apostólica Mane nobiscum, Domine, hay un punto en el que se refleja especialmente la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas: si ellas impulsan a nuestras comunidades "a un compromiso activo por la edificación de una sociedad más justa y fraterna" (n. 28).

La Eucaristía es instituida por el Señor en el día de Jueves Santo después de lavar los pies a los Apóstoles. Con ello nos está explicando de forma pedagógica el nexo que existe entre el sacramento eucarístico y el servicio a los últimos. Por ello, no es auténtica una celebración eucarística en la cual no brille la caridad, compartiendo nuestros bienes con los más pobres. En ello seremos reconocidos como auténticos discípulos del Señor.

Esta es la razón por la que la Iglesia en España hace coincidir el Día de la Caridad con la solemnidad del Corpus Christi. La Eucaristía sin caridad sería un culto vacío. La caridad sin la Eucaristía se convierte en mera filantropía, que muy pronto se desvanece. Por ello, la fiesta del Corpus Christi es una invitación a robustecer el vínculo que existe entre Eucaristía y caridad, de modo que la adoración al Señor nos lleve a descubrirlo en el hermano pobre y necesitado y el ejercicio de la caridad impregne de autenticidad nuestras celebraciones eucarísticas.

El lema del Día de la Caridad en este año nos dice que “No busquemos nuestro propio interés, sino el bien de todos”. En este sentido, los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social nos dicen que “en momentos difíciles tenemos la tentación de refugiarnos cada uno en nuestra seguridad y ceder al “sálvese quien pueda”, o caer en actitudes fatalistas. No podemos quedarnos de brazos cruzados ante la situación de extrema necesidad que viven muchos hermanos nuestros, pensando que no podemos hacer nada con nuestras limitadas fuerzas”. La Eucaristía, “sacramento de caridad”, nos descubre el amor infinito de Dios por cada hombre. En ella se manifiesta “el amor más grande” de quien da su vida por sus amigos. Nuestra participación en la Eucaristía debe impulsarnos a amar a nuestros hermanos con el amor de Jesús; a aguzar nuestra sensibilidad para descubrir y solucionar eficazmente sus carencias, urgencias, dolores y necesidades, pues como nos ha dicho el Papa en la encíclica Deus caritas est, “una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma” (n. 14).

Una forma práctica y fiable de vivir la caridad y el servicio a los pobres es colaborar con Caritas, que es la institución que organiza la caridad en nombre de la Iglesia diocesana a través de programas concretos, solventes e imaginativos. Al mismo tiempo que invito a todos los fieles de la Archidiocesis a ser generosos en la colecta de este domingo, destinada a Caritas, saludo con afecto a los voluntarios, responsables y técnicos de nuestra Caritas Diocesana y de las Caritas parroquiales. Os agradezco vuestra entrega y el servicio magnífico que prestáis a los más pobres, transeúntes, inmigrantes, enfermos de Sida, familias desestructuradas y parados de larga duración, a través de vuestros programas específicos. Pido a los sacerdotes que sigan alentando a las Caritas parroquiales y que las creen allí donde no existen. A todos os invito a seguir potenciando la genuina identidad cristiana de nuestras Caritas y a cuidar las bases sobrenaturales de nuestro compromiso caritativo. En la Eucaristía, vivida, celebrada y adorada, encontraremos cada día la fuerza para no desfallecer en el servicio a los pobres.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

 


+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

 

 

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